31.12.09

Sólo Dios sabe cuanto te amé. Cuanto amé tu pelo lacio sobre la cara y tus gestos de niño bueno iluminados por la penumbra de una pequeña luz titilante al fondo. Tus frases, de las que sólo vos y yo conocíamos su significado, la pálida visión de un renacer en el ocaso.
Y si te amé por algo fue, y por algo terminó. Y si amé algún cálido beso en la frente, con nuestros brazos entrelazados y la música de algún disco viejo de fondo era porque le seguía al milagro de tu boca expandiéndose por mi cuerpo. Y si dejé de amar tu filosofía barata, comprada en algún puesto de inconciencia en las calles que caminaste con los ojos cerrados, fue porque jamás encontré consuelo en ella. Feliz año nuevo, darling.

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