29.6.12

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.


Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Fragmento de Bolero, de Julio Cortázar

28.6.12

Es una forma de resucitar, de pasar el invierno, pararme y salir a buscar.

Sos la realidad de siempre con la que al fin me voy a encontrar. Puedo encontrarnos, lo voy a hacer. O va a seguir siendo imposible, no sé. Pero me emociona pensar que de tanto verte, de tanto vernos, al fin vayamos a conocernos.

Eras un espejo de una fila infinita de reflejos concatenados, uno tras el otro, cada uno más pequeño y más irreal. Te me apareciste enfrente, moviéndote cauteloso entre los vidrios, queriendo ser el primero, ponerte frente a mí y entonces, ser el más real de todos: el espejo que diera vida a los otros espejos, a la cadena de espejos virtuales conectados en un zaguán infinito de deseos, pasiones y sueños terribles, estrellados, fisurados y siete años de mala suerte (me decían siempre, pero yo no dejaba de romperlos).

Lo que nos pasó fue una cadena interminable de repeticiones, de brazos en el mismo lugar (pero al revés), de sonrisas de costado mirando al piso, resignadas a volvernos a cruzar, exclamaciones sin sorpresa, de labios fruncidos, con el mismo ceño pero un poco distinto (en parte porque estabas más cerca y en parte porque eras el más bello de todos).
Lo que nos pasó fue eso, tu voz apacible y la mía cada vez más áspera. Tus ojos cada vez más grandes, a la medida de los sueños que tejimos por separado, repetición tras repetición (los míos cada vez más negros, cada vez más astutos, más indolentes, y con parches en la mirada). Tus gustos modulados, siempre en la misma frecuencia, sobre los mismos pasos del camino de los espejos; y los míos cada vez más parecidos a los tuyos, aprendiendo, reflejo tras reflejo, a levantar el brazo en el momento indicado, a la sonrisa perfecta en el segundo perfecto, a conquistarte una vez más con esa naturalidad de '¿nos conocemos?, claro que no, un gusto'.

¿Podemos volver a darnos la mano? Tengo que aprender a volver a empezar una vez más. Con vos,

tal vez el primer modelo más perfecto y más invisible,
sólo un espejo.


22.6.12

Sobre la fantasía de irte a vivir con tus amigos

¿Es el sueño del pibe, no?
Ideal para múltiples películas de tardes de domingo: los flacos se van a la ciudad, se alquilan un departamento y party every night, alcohol, culos al aire, mascotas del equipo siendo cruelmente hostigadas y otras variantes yanquis para esa idea que subsiste en el imaginario de todo adolescente. De todo.


"Yo un día me voy a ir a vivir con mis amigos", frases mainstream si las hay, que pasa por boca de niños, niñas, y toda clase de púber (que fea palabra) que sueñan con la independencia total en un mundo ideal donde no existen los impuestos ni los quehaceres hogareños.


Bueno, tal parece, la conclusión de todo esto pareciera ser: chicos, desilusiónense, eso no existe.


But, incredibly, este pensamiento hoy revolotea por mi cabeza porque (creo) que con algunas (fuertes) variantes, es algo que he logrado hacer (and it feels so good).


Imagínense, la idea se instala cuando decís: "me voy a ir a vivir a una residencia estudiantil", frase que destila... no, más burdo: CHORREA vestigios de descontrol y bombachas y serpentina volando de acá para allá, todo el día, todos los días.
Después, con esa idea en la cabeza, el inocente interlocutor va a mirarme fijo y repasar su fantasía con recelo. Por supuesto, va a inquirir: "¿Vos te vas a ir a una residencia estudiantil?". Claro, mi imagen no combina, does it?
¡PERO...! Atención, ya que esto puede ponerse más hardcore, porque la cuestión es que llegamos (bien, llego yo, pero lleguemos todos así me acompañan en el proceso) y efectivamente hay como un "tráfico" de joda de acá para allá, algo ciertamente encubierto, no tan ostentoso porque tenemos cámaras y gente que trabaja acá todo el día. However, it exists. 
Sin embargo, y'know, I'm me, y eso implica que todos esos asuntos, lógico, quedan completamente apartados de mi vista (también existía la posibilidad de que yo me transformara en un ser social de repente, y ¡plaf! perdíamos a la Eugenia sociopática y conocíamos a la queen of the night, totalmente rebelada e indecorosa. It didn't happen. Luckily). 


(Ya no se me ocurren sinónimos de "pero" que no suenen ñoñísimos, ah, ahí tengo uno: ) Nevertheless, y salvando las diferencias que me separan de la película super yanqui (que algunos acá viven in its fullest, con yankees de verdad y todo (?)) encontré mi manera de irme a vivir con mis amigos.
Por supuesto, no respeta la idea infantil de irte con ese compañero de la primaria que es tan igual a vos y con el que soñás estudiar la misma carrera, ni siquiera con ese amigo de la secundaria que te banca en todas, pero podríamos decir que me di cuenta, progresivamente, que mis amigos están viviendo conmigo (después de bastante tiempo de total and partial isolation). 
Estos últimos tres días lo ponen totalmente de manifiesto.


Las tardes, mañana y/o noches estudiando con Ernesto, las veladas interminables de café costarricense con él, Flor, Leo y Christopher, la hazaña de comer juntos un feriado (no, no comer, COCINAR juntos un feriado, mi día oficial de estar sola y embolada hasta ayer), el ponernos a estudiar cosas completamente disímiles (microscopios, herencia, economía sustentable, análisis matemático) escuchando jazz, y what's more, SUCCEED IN IT, es algo completamente priceless. 


Es mi versión personal, mi éxito total y rotundo sobre la idea más instalada en el imaginario colectivo de cada puta mente joven. Fuck yeah.

20.6.12

Tempo

El sábado, en esas noches de Rosario casi etéreas, que me confunden de tanto conocerlas y no poder creer que sigan existiendo, fui a tomar algo con Chuqui, y creo que arrimamos fácil, a las cuatro de la mañana.
Hoy, sin descanso previo, todo de corrido, me encontré a mí misma por tres horas frente a Ernesto estudiando física, debatiendo, hablando de cohetes y campos gravitacionales, así sin más, un poco en argentino, un poco en nicaragüense.
Y, a la noche, sin que nadie lo dictaminara, me veo a mí misma compartiendo nada más y nada menos que SEIS horas con Leo, Flor y Christopher, en el medio de una cena/café interminable (sólo apta para aquellos que decimos estar muy ocupados, que evadimos responsabilidades y que no aprendemos el valor de dormir de vez en cuando).

Sumemos horas de aquí y horas de allá, horas de cosas que no estaban demasiado planificadas, pero si lo hubieran estado, jamás habrían sido pensadas para durar. (Veamos sino: cuatro y tres y seis dan algo así como trece, lindo número)
Estamos hablando del tiempo inesperado, del tiempo robado a la nada y que por lo tanto se crea ante nosotros, lleno de la imprevisibilidad, a mí entender, esencia fundamental del hoy (que no siempre sabemos encontrar).

Es decir, tiempo. Tiempo que brota y que viene a dar sentido a muchas cosas. Trece horas que surgen, no sabemos bien de dónde, y completan las otras 83 horas inútiles de sábados, domingos y esas mierdas que llamamos lunes (lunes de micro, en mi vocabulario).

No sé muy bien a dónde voy con esto, pero no puedo evitar sorprenderme de esas eventualidades cotidianas, de mis días cada vez más interesantes llenos de horas inventadas, liberadas de alguna caja de Pandora que algún irresponsable abrió ante mis ojos.

19.6.12

Paséate

No puedo evitar hablar. No puedo evitar hablar porque no puedo evitar pensar, entonces no puedo evitarme. La maraña de palabras entrelazadas a los pensamientos más arcaicos que me confunden y me hacen decirte cosas. Decirte cosas de esas que no se piensan dos veces, pero se sienten cuatrocientas cuarenta y cuatro. Cara a cara, desafiante en un principio y luego la verdad que se va cerrando sobre dos notas finales inaudibles y dos mejillas sonrojadas (que se mofan de los valientes, que le cuentan al mundo que te estás haciendo pis encima, y de las que ni el más hercúleo podría escapar).

Vos sabés de estas cosas, entendés mi necesidad de volcarme sobre la prosa verborrágica de mi subconsciente y hacerla añicos contra la pared de tu mirada. De tus ojos negros, arriba-abajo, pensando la mejor respuesta para mis verdades desacartonadas, irrespetuosas y hechas de todo eso que vos también estuviste pensando y te dio bronca no haber puesto en palabras antes,  antes que yo, antes de tener que escuchar tres frases deshilachadas de la boca del enemigo que te observa y te desarma.

Entonces me atacás con tus más sinceras mentiras, con tu confusión de vodevil, me hacés entrar al juego de todos para uno y uno para todos, al concilio de tus sonrisas y mis ojos entrecerrados buscando cómo subyugarte a mi crudeza y rasgarte las telas inconclusas de esos pensamientos improvisados que esperaban lo mejor y no lo consiguieron (y no lo van a conseguir, de más está decirte).

Maldigo que siempre estés vos en el medio entre lo que quiero y lo que puedo.

  • Lo que quiero es un vos para mí, un vos fabricado por mí a la medida de las verdades que te tiro y espero que incorpores como propias, que deseo que no dudes un segundo y las adoptes, las ames y me ames por habértelas arrojado así (sin pelos en la lengua y esa cara de desenfreno demencial que antecede a la consciencia, que anticipa la esperanza y que se choca contra la realidad segundos después).
  • Lo que puedo es mirarte, imaginar el impacto, locura sobre cordura y los dos a la vez pasándonos la pelota. Una neurona, otra, esa sinapsis que me dice que pensaste que me amás. La imaginación mentirosa, y vos y yo de nuevo, miradas en el sillón, decime-algo-no-seas-así.


¡No! Decime algo más, decime eso, eso que sé que pensaste recién, eso del amor y las magnolias.
Dale, apurate. Vos sabés que no existe el amor por la negación del odio y que la furia no se calma sin los besos que caminan por la noche y nos encuentran tirados en un sillón destartalado, cuatro ojos y dos miradas, antesala del encuentro de los besos, que se funden con nosotros y nos solucionan el problema aquí, allá y en todos lados.

Por eso,

vení, haceme creer que la distancia hoy no existe y que no somos más que dos locos desafiando a la lluvia que se cuela en el silencio,
en el silencio de dos bocas,
en el silencio en que se esconden tus mentiras atadas a las mías, armando caballitos de batalla, rompiendo contra las olas de ese ciclo sin principio,
ni fin.


15.6.12

Volver

Hoy Caro se fue. No era de esas personas con las que hubiera hablado mucho, de hecho, creo que en este tiempo sólo intercambiamos saludos, algunas frases amables y algunos momentos de preferir ignorarnos porque era más fácil que andar saludándonos e intercambiando algunas frases amables. Me habían dicho que era tímida, y para ser sinceros, yo también (y por eso no me gustó nada despedirme así, apenas salida de bañarme, descalza, con una bola de ropa sucia en la mano y cuatro rostros mirones anclados en mi cama).
La cuestión es que a Emilia parece haberle venido muy bien todo esto de Caro.
Tenemos un maniquí nuevo, algunas revistas, chucherías y shampoos que ella no va a llevarse a Santiago del Estero. Porque ahí se va. Bah, se vuelve.


Desde que me enteré que a Caro le tocaba volverse, hace un par de días, que vengo pensando justamente en eso. Volver. Volver porque te robaron en la city, porque tus abuelos están enfermos, por una bandada confusa de qué-se-yo-s de tus viejos que inventan excusas al teléfono para tenerte en casa, para hacerte creer que es suficiente que te hayan robado allá (o acá, es lo mismo, te pueden robar en cualquier lado) o que tus abuelos are passing away para tener que volver.
No, no es volver. Piénsenlo, es dejar todo.


Pienso en mí misma, en Rosario otra vez, donde "estudiás biotecnología o nada, no sé, te metés en Bellas Artes, la padecés como profesora toda tu vida, la remás" (la remás como ignota, sin ser nadie, encerrada en una realidad de 2x4, la remás en tu casita de siempre, cerca de los viejos, cerca de los amigos, en el barrio, en una realidad cada vez más provinciana, y-eso-que-estamos-hablando-nada-más-y-nada-menos-que-de-Rosario,-gran-ciudad). Pienso en el mero hecho de pensar: "Estoy dejando la facultad". Pienso, no sé.


Pánico.


Y hoy Caro se va a Santiago, a dejar la facultad. A no encontrar nada parecido, a estudiar su biotecnología (porque cualquier cosa que encuentre para ella va a ser como para mí estudiar biotecnología), a estar cerca de sus abuelos moribundos que cuando se vayan, bien gracias, y todo igual. Pero ella sin la facultad.


No sé, pienso nomás. A veces las cosas suceden de maneras interesantes. Como Caro, que siempre me generó intriga y ahora se va. Mejor, tal vez no era uno de esos misterios para ser resuelto.
O como Susana, que siempre me resultó tan chocante y hoy le hablé. Bueno, es que va a Rosario por el fin de semana, y todos sabemos que esas cosas pasan. Ponemos la mira en alguien que mucho-no-nos-cierra, y voilà, inconscientemente generamos un vínculo, que, quién sabe, termina en una revelación.


Lo demás es cosa del destino.


Por suerte.

10.6.12

Entre los rincones piadosos de nuestras cada vez más intrincadas palabras se percibían dos miradas, cuatro ojos y algunas sonrisas resignadas. Nada más por ahora, y me quedo pensando qué opinás vos.

Entradas populares