15.4.10

Racontando y rallentando

19.09.09

Hubiera jurado que era cierto, que de verdad había estado allí, que nada de todo eso había sido irreal, que acababa de llegar de la escuela un día de Junio del 2008, ¿por qué no? ¿Por qué ahora estaba encerrada en ese penoso septiembre del 2009?

Y sin embargo había sido tan vívido, tan real cada color, cada aroma, ¡el frío!...
Y especialmente los detalles. Traje a mi mente de una manera fugaz, así como se evoca a los sueños, cada detalle que había visto la noche anterior. Eran los mismos que podía recordar del día que lo había conocido. Mi mente no había cambiado ni olvidado nada. No había habido surrealismo ni imágenes inconexas, era toda una perfecta sinfonía de recuerdos, los más profundos e inconscientes recuerdos. No podía dejar de preguntarme si tal perfección era posible. No podía dejar de lamentarme de que hubiera sido un sueño.

Un sueño... sólo eso. Un recuerdo, pasado, atrás, nunca. Nada. Sólo eso.
Ahora tendría que vestirme y encaminarme a la escuela si no quería llegar tarde, tenía que atravesar siete cuadras y fingir entusiasmo. No todo era tan bueno últimamente. Irene, mi mejor amiga, estaba extraña y había decidido dejar de hablarme. Pablo, su novio, avalaba su conducta y tampoco lo hacía. Y los otros chicos simplemente ya me habían aburrido, eran demasiado buenoides. Demasiado.

Llegué simulando una sonrisa taciturna mientras se me acercaba Juan Lucas.

- ¡Vir! ¿Qué tal tu fin de semana? - mucho entusiasmo para las siete de la mañana, pensé mientras ensanchaba mi sonrisa y hacía mas evidente mi sueño
- Bien... nada interesante. ¿El tuyo?
- ¡Genial! ¡Conocí a un grupo muy buena onda en la convención de...! -  y siguió, siguió y siguió hasta que llegó la profesora con su cara de acidez y tuvo que cerrar la boca. ¿Sería posible tanto tedio en sólo cuatro meses?

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