28.10.09

Remembering .

III


Como atontada lo seguí y busqué torpemente el roce con sus dedos. Me sentí viva. Nostálgicamente viva. Era mi misma en otras épocas, épocas más inocentes, más crédulas. Épocas en las que hubiera dado todo por él, en las que hubiera dejado de hacer todo para verlo, o por no verlo; épocas mágicas y románticas. Épocas, que, al fin y al cabo, duraron un suspiro y fueron a parar a un archivero grande de ilusiones y de frustraciones, haciéndome quién soy ahora, una cascada de recuerdos y de sensaciones oxidadas.

Me tomó la mano y me abrió la puerta de su auto. (¿Su auto? Cuando nos conocimos no tenía uno) y en silencio condujo, sin decir más que algo sobre el clima, hasta una gran casa amplia y vidriada, con techo a dos aguas y una gran entrada.
La miré atontada y pensé que era mentira. Ya la había soñado. Reconocí en su timbre la mano de él, de alguien que en el sueño era él, reconocí el piano, tocando solo extensas melodías mientras él y yo nos fundíamos en el sofá. Con un gran estremecimiento pude ver en el mismo lugar esa puerta de vidrio y me la figuré rota, conmigo en el jardín, llorando y ensangrentada. Pude ver todos aquellos detalles ínfimos que me aguardaban y tragué saliva. ¿Qué debía esperar de todo esto?

Me llevó hacia una inmensa sala de estar con un gesto sombrío. No pude descifrar su rostro, pero tenía claro mi objetivo. Durante mucho tiempo había estado preguntándome el porqué de toda la situación y circunstancia obliga, lo averiguaría esa misma noche.
Nos sentamos en dos sillones y él no se molestó en prender la luz. Aclaré mi garganta y empecé:
- Bueno…
- Qué increíble que estés hoy acá - me interrumpió pensativo
- Mmm... sí. Yo todavía no caigo en la casualidad de esta noche – le sonreí, nerviosa, a la pos de distender el ambiente.
- Hacía mucho que no nos veíamos

El tema llegaba. Hacía un año atrás, en nuestra graduación., él había decidido irse de mi vida, dejándome sin ninguna explicación y la excusa de que tenía problemas en los que no quería meterme.
En ese momento no le creí, pero poco tiempo después, habiéndolo buscado lo encontré solo en una calle solitaria y lo insté a hablar. Eso sólo termino en lágrimas y en confusión. Jamás volví a buscarlo y él tampoco lo hizo conmigo. Ese había sido el fin de la historia más bonita que yo hubiera podido contar.

- Sí… hace casi un año

Me tomó la mano y me miró muy profundamente. Pude ver una lágrima asomar de sus ojos vidriados.

- Te extrañé – le dije, elusiva, y bajé la cabeza
- No espero que me perdones algún día.
- Sería difícil. Mucho.
- Era un mal momento para todo. No podíamos seguir juntos.

Mis ojos estaban rebalsando de lágrimas y mi mano temblaba en la suya. Me separé y me sequé con su dorso.

- Todo un año acordándome de vos, todo un año viviendo en la niebla, sólo queriendo saber que te había pasado.
- Me imagino – su voz se apagó. Pude ver lo mal que se hallaba. Pero no me importó. Sólo pensé en mi dolor.

Lo observé reposar su cabeza en el espaldar de la silla con gesto de resignación durante diez minutos. Luego volvió a hablar, parecía haberse estado esforzándose por sonar recompuesto.

- El año pasado, tres meses antes de que terminara el año, fui a hacerme algunos análisis con mi mamá a la Capital… Supuse que era puro chequeo médico e intenté no pensar demasiado, pero el día de la graduación recibí un llamado de mi médico apremiándome a seguir con los análisis, iba a tener que viajar…
- ¿Qué tenías? ¿Por qué no me dijiste nada?
- Porque no te lo merecías. No quería que sufrieras por algo que seguramente sería nimio ni que me hicieras preocupar de más a mí…
- Yo creo que merecía saberlo – no podía creerlo. No sabía si era su misteriosa enfermedad o su falta de confianza en mí lo que me mantenía más aturdida.
- De todas maneras no fue lo único. No recuerdo…
- ¿Otra?
- No, no exactamente… No entenderías… estabas ya muy lejos…
- ¡Entonces sí! Por eso pasaste meses sin atenderme el teléfono, por eso pasé meses sin saber si estabas vivo…

Vi un extraño rictus en sus labios y volteó la vista. Culpa. Sólo eso podía ser. Culpa. Cada vez que veía su rostro dubitativo entre la penumbra, sobre mi mente acontecían aquellos meses de ausencia, de dolor, de dolor y ausencia. Meses en los que pensé mil idioteces, en los que lo llamé frenéticamente, en los que gasté mis esperanzas y fuerzas hablando a sus amigos… que no sabían nada. Como yo. ¿Dónde se había metido? ¿Por qué se había ido de esa manera tan cruel? ¿Por qué no me había llevado? ¿Es que ya había dejado de amarme? Todas las noches eran infiernos distintos, todos llevaban a él. Todas mis mañanas eran restos de aquél averno: nubladas y perversas, esperando entre mil cuestionamientos al infortunio de la noche, otra vez, para revivirlo al amanecer, cíclicamente durante un año…
¿Qué debería hacer yo en ese momento, allí sentada en el sofá junto a él?

2 comentarios:

  1. pues éééntrale y pide explicaciones despues hermanaaa! ajjajaj :)

    quedo expectacular, quiero la cuarta parte :D
    may

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  2. Jojojojo, me gusta *-*

    Posta che, no puedo escribir como vos :/

    (Majito) XD

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