19.9.14

The view from my eyes

Día 2

Salir de la cama es bastante complicado. Tengo las imágenes de lo que soñé aún en mi cabeza. Estábamos estudiando química y me sorprendía darme cuenta que me gustaba. Creo que hasta sabía más que vos. 
'No deberías usar remera roja en mis sueños, tengo la imagen engrampada en el cerebro. Duele.'

Ropa nueva.
Vanos esfuerzos por verme bien.
La chica del espejo, ella sí se ve bien. Qué linda figura tiene. 'Como cosa soy bastante linda'.
No me avergüenza ser cosa. Todos somos en parte cosa y en parte no cosa.  No puedo negar que además de mi subjetividad, está mi ente objeto.
Ese "ente objeto" no es objetivo y dudo que alguno de su clase lo sea, pero están las mentes que me piensan a través de lo que ven en él. No hay dudas de que entre todo el fluído contínuo de pensamientos y los escalones forzosos de mis sentimientos, también soy una cosa. Hoy estoy perfectamente bien con eso.

Me animo a calzarme los auriculares, el volumen está bajo y no intento cambiarlo. La música es como un satisfactorio ruidito que llena cierto espacio, que evita cierta incomodidad. Sin querer, añoro el detalle de que hasta antes de ayer era mucho más que eso, pero no me me puedo concentrar en ese pensamiento. Sigo bajando la escalera.
Esperando al subte llegar, se me bañan los ojos en lágrimas sin que me lo proponga, me agarran desprevenida, me interceptan en un instante de distracción. Se sienten mucho más relajadas que las de ayer en el archivo. La burbuja parece empequeñecerse con cada gota que colma mis ojos. Suspiro, no sé desde cuándo me importa tan poco que haya gente viendo.
Ah... gente. Por primera vez en el día tengo algún pensamiento sobre ellos. Hoy no son ni feos ni grises, sino más bien invisibles.  
Empieza a sonar Someone like you y la escucho hasta el final (...¡con lo que generalmente odio escucharla hasta el final!). No hay en todo el viaje acordes estremecedores ni beats profundos. Sospecho que no los habrá en un buen tiempo.

Me bajo por la salida incorrecta del subte, a plena consciencia, pero sin ningún motivo real o ficticio. 'Qué caprichos extraños que tenés, nena'.
Me duelen los pies. Estos son mis tacos más cómodos y no hace ni media hora que los tengo puestos. 'Yo no se porqué ustedes se esmeran en usar esos zapatos' me dijeron tantas veces.
Incluso me lo dijiste una vez vos cuando me viste trastabillar ('y eso que no estabas cuando me caí', pienso y me odio un poco).
'Porque son lindos, porque me veo linda en ellos. Porque doler por algo bello tiene mil veces más sentido que ponerse cómodo en algo que no nos produce admiración. All art is quite useless'.

Sand is overrated, it's just tiny, little rocks. Voy caminando lento, pensar en la playa renueva un poco el aire pesado y húmedo del Buenos Aires que me aplasta.

'No te quejes de Buenos Aires. Decidiste cambiar toda tu vida pero no cambiarla a ella. Algo debe tener'. Algo tiene.

Llego al estudio. Otra vez las luces prendidas, la música sonando. La escucho a mi jefa moviéndose por la cocina. Entro.
Hablo con ella. Estamos relajadas, la máscara no me pesa. Es casi un alivio tener que usarla, es una grata sorpresa poder hacerlo tan bien.
La máscara de mi jefa me agrada, le sienta natural. Es llevadera.
Sin embargo, y no puedo pensar esto sin dejar caer los párpados, sé que la lleva con aflicción; se nota en algunos suspiros cortos, en algunas frases inconclusas, en el dejo de melancolía que tienen sus ojos y que no se condicen con su sonrisa y su tono despreocupado.
¿Será que todos somos así? ¿Será que a todos nos duele?
Me paraliza brevemente pensar que ella ayer notó que me dolías vos. Por unos instantes se me reedita cierta sensación de no estar bien dentro de mí, presiento las heridas tras el velo. Me duele estar negándomelas. Me olvido.

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No me siento adormecida, me siento despierta pero de una manera sencilla. Creo que estoy volviéndome mundana and proud of it. El archivo, que ayer me oprimía el pecho, hoy es fácil y agradable. Poner carpetas, sacar carpetas, no mucho más que eso. Incluso estoy poniendo de mi parte para que la disposición se vea bonita.

'Tal vez este hoyo pueda ser mi rincón, si ya me vio llorar, sería justo que empezáramos a querernos'.

Dije bonita, no bella. Ya no sé lo que es lo bello. Este día tiene decoración pero no arte, definitivamente. Beethoven de fondo, el último de los clásicos, el primero de los románticos. El primero que olvidó el estoicismo de las reglas y se libró a la pasión en la misma época en la que Werter y Goethe ponían los suicidios a causa de amores no correspondidos, de moda. 'Qué lindos pensamientos que tenés, Eugenia'. Igual, no hay nada en mi mente que se sienta suicida.
Mientras se desvanecen los últimos acordes del adagio, comienza a sonar una versión jazz de Hotel California. 'This could be heaven and this could be hell'.

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Voy, vengo, vuelvo. Abro el último cajón del archivero y está lleno de carpetas con colores brillantes. Me iluminan la vista: los colores vivaces y variados son tan reconfortantes como no pensar. Cada vez que a causa de hasta el más pequeño estímulo, me siento como ahora, como en casa, me dan ganas de estar en el campo haciendo tostadas. Me imagino con un vestido celeste, en una cocina vieja y cálida, frente a una gran ventana por la que se ven pastizales amarillos. Siempre estoy esperando a alguien, y en esa espera también siento algo de expectativa. '¿Será Francia? Parece'.

Me avisa mi jefa que va a venir G. La idea de verlo ya me gustaba desde antes de conocerlo, 'G.', su nombre es lindo, no podía estar mal. La primera vez que lo vi, descubrí que no lo estaba. Desde entonces, 'G.' es una buena señal.

Viene G., sonrisas, amabilidad de secretaria, él con sus tatuajes y la música al palo. Se va G. Me río internamente de manera algo socarrona. ¿Me estoy haciendo la linda con el chico de la gestoría? 'Sí, definitivamente'. Se nota que le parezco linda, no me sorprende realmente darme cuenta. Desde hace meses no me sorprende gustar.
(El resto del pensamiento lo anulo, mato la pregunta antes de que se termine de formar en mi cabeza).
¿Cuántos meses puede tardar G. en invitarme a salir? Me muero de hambre, G. no es un problema.

Me estoy forzando a retener todo lo que pienso y siento, no dejarme ir, no escabullirme cómodamente en medio del aturdimiento cotidiano. Tengo que seguir acá. No sé que queda de quien me gustaba ser, pero al menos estoy acá.
'No creés en el arte si no te considerás a vos mismo una obra. No creés ni en su magia ni en su belleza sino pensás que surgen de vos, que están adentro tuyo, que sos su instrumento y su dios'. Y., mi jefa, me va a matar sino le pongo pilas a estos poderes, pero sigo pensando. No puedo evitarlo, se siente bien. 'No sos una estúpida, sos una artista. Estúpidos son los que creen que no vale la pena sentir'. Ay, que pensamiento reconfortante es ese. No tener vergüenza de mí, toda una novedad. Sensación de at ease, ¿será por eso que quiero tomar un té?

'El psicólogo dice que sos un histérico y un neurótico, pobrecito vos'. Y la verdad, le molesta bastante que te mencione últimamente. '¿Podemos dejar de darle vueltas a este helado?'.
Pero vos hoy no sos ni un histérico ni un helado. Me levanté teniéndote cariño, creo.
Música triste. Flashbacks que no son mios, imágenes sepia, ella se ve muy feliz girando con su vestido suelto y tomándole la mano. Su pelo largo y su sonrisa son muy frescos, parece ser una chacra bastante modesta la que veo tras ellos. Creo que es él quien la ama y no al revés. Se distingue en su sonrisa timida y embelesada. Por suerte la cancion termina. Un jazz mas alegre, los poderes siguen ahí esperando que los ordene.

Estoy por irme a casa. Qué ganas tengo de ordenar la ropa cuando llegue. Really? Extrañamente sí. Me acuerdo de los dias soleados de mi primer año en Bs As. No estaba enamorada y los días buenos eran como éste. De repente, tengo una leve sensación de recuerdo sobre los días malos, una pequeña imagen de mí volviendo una noche del gimnasio y preguntándome para qué. Evito indagar ahí. Cobarde. Shallow and coward.
'¡Cuánta diferencia había en el orden de mi habitación entre los primeros meses y los últimos que estuve ahí! En septiembre ya dolías, y el mundo con vos'.

Salgo del estudio, cruzo las cinco puertas que me llevan a la calle. Me enamoro. Lo veo dos segundos y me resulta extrañamente parecido al M. francés. Me sorprende que alguien me abra los ojos aunque sea por algunos instantes. Sigo caminando. Un hombre sonríe y yo lo veo. Se lo ve muy feliz, exultante. Haberle prestado atencion a eso me alegra, qué extraño.

En el subte, unos ojos muy celestes y un cabello rubio de rulos me seducen. Parece que no todo está perdido. Le doy dos pesos a un hombre que se quedó sin casa y sin trabajo. No es algo que haga muy seguido y ni siquiera sé si me conmueve o no su historia, pero me agrada que tenga una y pueda gritarla en un vagón lleno de autómatas. Creo que el billete sólo significa: 'yo te escuché, sos un humano y te estoy viendo'. Creo que él lo sabe.
Estoy llegando curiosamente rápido. Ayer fue el viaje más lento de mi vida, wasn't it?
Todavía no me decido si estoy teniendo un buen día o me estoy haciendo olímpicamente la boluda. Probablemente las dos. El rubio de los ojos muy celestes tiene un casi clon en version morena de ojos pardos y hay otro rubio más rubio que parece británico. Un skinny british punk.
Saliendo del vagon a un hombre se le caen las llaves. Me animo a gritarle para que se dé cuenta. 'Dios, esta vuelta a casa está llena de hombres lindos. Y hasta ahora, sólo uno iba acompañado. That's kinda a progress'.
Paso por la verdulería, hablo fuerte, ¿qué me pasa? 'Esta felicidad es puro invento, al final... Sí soy una resentida'. (Me río de mí). 'Estoy haciendo todo esto para, simbólicamente, avisarte que estoy bien sin vos, que estoy perfectamente bien'.

Hoy lo veo a F. ¿Quién va a ir a encontrarse con él? ¿La chica de ayer o la de hoy? La de hoy no puede ver a nadie porque no existe, va a caer frente a la primera mirada sincera, frente al primero que cuando me mire a los ojos, me vea. La de ayer, bueno, la de ayer no quiere ver a nadie, realmente.

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