10.11.12

¿Y entonces...?

Anoche casi me duermo pegada a tu brazo y con mi cabeza en tu hombro. No puedo decir que me siento bien, que soy una genia por hablar tanto. ¿Por qué soy así siempre? ¿La vida no me enseñó que lo que hago no funciona?
¿Realmente me interesa tanto la efectividad como para guiar mi vida por los caminos de las cosas eficientes que sólo funcionan? ¿O es que quiero algo más, algo completamente distinto?

En limpio sólo saco que de la fuente de todos mis miedos, necesidades e inseguridades también aflora lo más fuerte de mi carácter. Y ése carácter fuerte me hace ser estúpida e impráctica, ganarme un par de dolores de cabeza de más y uno que otro momento incómodo. (Y sigo hablando). 
Pero por alguna razón, no me arrepiento de ser así. Tan romántica, idealista y dramática (tal y como se ve Gigi en He's just not that into you), esperando que ocasionalmente las cosas me salgan bien sin haber tenido que fingir un sólo día sobre quién soy (o que por lo menos sufrir mucho me permita escribir un best-seller, já).

Otra cosa que sé es que prefiero ser amante que amada, que no soy la señorita de ninguna relación. Que las veces que lo fui, me sentí incómoda, invadida, asfixiada y me escapé. Prefiero no ser correspondida mil veces y darme la cabeza contra la pared, pero al menos saber que yo hice cosas que realmente quería hacer, cosas que salieron de mí, de mis deseos, de mis proyectos e ilusiones. Prefiero saber que no tuve suerte en mi propio camino antes que amoldarme muy cómoda en el camino que alguien más me haya preparado.

Igual, creo que no soportaría perderte.

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