12.11.12

And then, you are gone

Volver a ser niña en tus brazos.
Sentir el roce cálido de tus dedos y tu mano firme calentando mi espalda y apretándola contra tu pecho. Mi confianza animal, ciega, segura de todo aquello, ella que en realidad no necesita pensar.
Tus ojos vidriosos mirándome de cerca con ternura, pidiendo un beso más mientras tu índice se pasea por el contorno de mi cara y de mi cuello. Tu boca semiabierta y rozando de a poco mis labios, fundiéndose en largos segundos de besos inocentes de cuatro labios rosas y redondeados.

Todavía somos jóvenes pero ya no lucimos como los niños que se besaban en los bancos de las plazas al salir de clases. Ya no pensamos ni hablamos como ellos. Pero hay algo, cuando te beso y me besás y nuestras bocas se miran, y la tuya pasea por mi cuello, o la mía baja por tu nariz hasta encontrar a su compañera.
Ahí, hay algo, algo que no ha cambiado. Ese algo verdadero que nos envuelve y me hace desearte más que a nada, más que a nadie. Ese algo, que supongo, nos sigue trayendo acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares