2.9.12

No te despiertes sobresaltada

Tanteando un celular que marca las 17:01. No te apures, no cuentes los segundos. No especules con la ida ni te laves los dientes pensando que es necesario. Ignorá que quien dentro de 45 minutos te empiece a importar, ya te habrá olvidado quince minutos antes y se irá 15 minutos después.
No te enteres, llamá igual. Preguntá si quiere volver a verte, así como él te preguntaba todos los días, esperando que alguna vez le dijeras que sí. Aguardá ese no que llega y rompe de repente algo adentro tuyo.
Saborealo, que cuando lo vuelvas a ver en la muchedumbre solo vas a ser dos besos en la mejilla más; uno, otro y el siguiente por favor.
Ya nadie va a impacientarse, y a nadie le parecerá extraño ese abrazo fraternal. Va a pasar.
No te preocupes, te dije, si se va.

Agarrá el saco de un día de calor que se hizo frío, y de una tarde de frío que se hace noche y salí a caminar. Repasá en tu cabeza esos cuarenta y cinco minutos acurrucada en el sillón de un living, ajena y entre la gente. Pensá después en lugares lujosos y en cómo su mano tomó a la tuya entrelazándose los dedos. Pensá en todo aquello que no pudiste hacer, y en eso que antes no querías y ahora sí.

Ya lo hablamos, no lo hagas. Cuando estes caminando por calle Santa Fe y sola mires al cielo, esperá que el amor no te sorprenda a la vuelta de la esquina.

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