5.9.12

Ad alta voce

Leí esos mensajes con tu entonación de voz. Es más, si me concentro y recuerdo el momento, creería que en algunos instantes fui capaz de reproducirlos en mi mente con tu voz. Y perdieron todo sentido.
Algunas mujeres cometemos el error de forzar las situaciones a nuestro favor. O por lo menos en la dirección que deseamos.
En este caso, creí estar exenta de todo eso, porque ¿de que fuerza había salido todo eso sino de la de tu propia voluntad?

Y sin embargo, sin dejar de creer que lo último sea cierto; tengo que ser consciente que traduje inexactamente, que todo en mi cabeza se sucedió como el hallazgo de un renovado héroe romántico, conocedor del drama que nos trajo aquí, melancólico e idealista. Y no. Tu voz, infantil en su timbre y tono, con un marcado acento, ya no podemos saber de qué, no se proyecta a la altura de mis aspiraciones románticas.
No desmerezco la intención, pero ahora tengo una duda considerable.
También, un desencanto que me llena poco a poco.
Y si querés mi sinceridad, miedo.

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