19.9.12

Zum erste mal alleine in unserem Versteck

El asunto con C. al final había sido más reflexionado de lo que yo pensaba. No te voy a decir que esa noche no pude dormir, pero me afectó un poco imaginarte a vos diciendo eso. Me imaginaba menos mala, menos mal. Pero bueno, así son las cosas cuando nada te funciona.
Flor dice que tengo suerte, que estoy en mi mejor momento, y es muy gracioso (inserte marca de sarcasmo al pedo aquí) porque lo dice sólo por lo que pasó con G.
Y ahora que me acuerdo... la verdad es que lo extraño un poco. La nostalgia tuerce un poco las cosas y las difumina, las vuelve más deseables. O lo hace con G. por lo menos (y lo hizo toda mi vida con M.). G. era un tipo jugado.
Jugado, ambicioso y, fundamentalmente, amante, a G. le gustaba observar, admirar y dedicarse minuciosamente . No era un soñador,
pero sí un romántico (un romántico realista, un romántico un poco triste).
G. tenía planeado quererme (y sabía como hacerlo). Pero se fue.
Si G. se hubiera quedado, la realidad ya me habría matado. Estaría cansada, sofocada, insegura y con miedos de toda clase que me obligarían a alejarme, a no verlo nunca más. Sé qué tan bitch puedo ser cuando me quieren (soy una ñiñita estúpida y algo dolida). Pero G. habría podido con eso. Sé que sí, hoy la nostalgia me lo reafirma.

De todas maneras, es bueno cortarlo por donde duele y dejarlo sangrar. La sangre corre y estás viva (nostálgicamente viva, dije una vez), y que me duela (o por lo menos que me arda un poco) me gusta.
Si no sería todo muy aburrido, muy inerte y volvería a M.
Aunque nunca me fui del todo, y creo que estoy muy cerca.
Muy al límite de volver a salir lastimada.
Para que duela,
mejor.

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