2.9.09

Florida

Multiplicidad

El álamo se secó. Maduraron sus frutos, cayeron sus hojas, crecieron sus flores y finalmente se secó. Se había cansado de esperar la lluvia, de mezquinar gota a gota algo de sustento. Al igual que ella se sentía infeliz. A los dos le faltaba lo mismo.

En el claro de esa alameda ella soñó haberse dormido esperando... esperando cada segundo más afligida a quién la devolvería a la vida. A quién ni allí aparecería.
En sus más profundos ensueños lo vio llegar una y otra vez desde los árboles, seguro y perfecto, sonriendo una vez más hacia ella, tal como le hubiera gustado; pero una gota de lluvia la habría despertado para siempre y ya no existiría vuelta atrás.
Se despertó, sintió como el agua salada de sus lágrimas se mezclaba con la que caía del cielo y se levantó de un salto, la tierra empezaría a hacerse barro pronto y el cielo ya se tornaba violáceo.

Ya en su casa de papel debería haberse sentido reconfortada, y sin embargo todo era tan lluvioso y húmedo como en el bosque. Sabía que ese lugar debería resguardarla aún más, pero esta vez nada lograría alejarla de sí misma, jamás el olor a pan tostado y el calor de una estufa evitarían que su mente taciturna se plagara de recuerdos con aroma a lluvia y a tierra mojada.

Se sentó otra vez sobre la tierra húmeda de su living a la vez que lo hacía en el sofá y miraba como la lluvía caía sobre ella sin tocarla. Sabía que él ya no existía, había decidido evaporarse y con él llevarse todo, todo lo que habían alguna vez conseguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares