30.4.12

Se oxida el sol

Después de un tiempo todo se volvió muy mecánico. Estábamos acostumbrados a sentir, a dejarnos llevar. Las pulsiones, las locuras, las pequeñas tragedias anudadas a cada capricho insomne, la casa de la libertad. Todo el remolino de sensaciones, estar enamorado, lo emocionante de ser,

de estar,

ahí.

Después sobrevolaron por tu casa las palomas. Saliste a saludarlas con ese pañuelo indigno, cansado de anidar recuerdos oxidados de abril, con tus manos cansadas de sentir, de salir, de sufrir.
Y te quedaste allí,

nos quedamos,

perdidos cada día en el vuelo solitario de estar juntos, de sabernos, de sentirnos para siempre en un suspiro perdido con los años. Nos quedamos detenidos en la paz del fuego borbotando a unos pasos, en la calma de la tragedia ya sabida, en los ojos rasgados cansados, cerrados.

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