Ay, ay, ay,
¿Sí, pero cómo? Eso es imposible Joan, aunque sé que siempre vas a estar ahí, emparchando mi corazón, haciéndome sentir un poco mejor con la vida que me tocó.
Me alegro que vos estés bien, que estés trabajando, que sigas adelante como si Argentina no hubiera existido. A veces me gustaría poder cruzar el océano corriendo y abrazarte, desesperada, y no soltarte más. Te imagino entre la gente, allá en España, con tus anteojos y tu andar de video clip, sonriendo y matando a alguna con tu mirada. Como uno más, no, no como uno más, nunca vas a ser uno más. Aunque me digas que ahora tenés acento español, que pronunciás bien las c, las s, y las z... Joan, vas a ser único donde sea que estés.
Y así como yo te quiero, también aprecio que quieras ayudarme de otra manera, que quieras buscar a Franco como sea, venirte para acá y todas esas locuras que a veces decís porque me querés. Pero no se puede, lo último que querría sería molestarte, detener tu progreso, traerte hasta el pasado. Obligarte a pisar esta tierra de nadie. No... Joan, si hay algo que yo siempre deseé es que vos sí pudieras ser feliz y salir adelante. Lejos, sin mí, pero adelante.
Y Franco, si todavía está bien... también va a seguir adelante. Se va a alejar de toda esta mierda, y buscavidas como es, va a encontrar un rumbo más propio en toda esta locura. Yo no quiero ser como papá que dice que nos abandonó. Prefiero pensar que Franco está saliendo adelante como debe ser.
Gracias,
te quiero,
Nancy
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