18.09.09
Estaba pensando que tal vez te perdí para siempre. Digo, te fuiste, te fuiste lejos y lo nuestro ya estaba mal... ¿Por qué? Sí, capaz que me puse un poco nerviosa cuando me enteré que tus dos meses en el exterior podían ser más de dos... ¿A quién no le hubiera pasado? Entonces preferiste irte antes de mi vida que del país "porque yo no merecía sufrir" y así fue... El día que estabas subiendo al avión yo estaba con tres cajas de pañuelos en mi cama porque ya no podía ir, ya no. Me quedé sin despedida y sin la carta de llegada que me habías prometido cuando todo estaba bien...¡Quién pudiera repetir estos cuatro meses, mi amor!
Mi diario está lleno de cartas para "él", el "él" que me había dejado hacía ya tres meses pero me había bloqueado. Y sí, ahora me doy cuenta que no es bueno bloquearse por alguien, que lo mejor es pasar la página, quererse una. Pero me cuesta... pensar en él es casi inevitable, repasar una y otra vez la historia rosa de mi memoria es un placer cínico y casi masoquista en donde revivo la felicidad en el medio de mi vacío. En el medio de todo esto, esto de ahora, una rutina copiosa y algunas charlas intrascendentes.
A veces me voy a dormir y paso horas mirando el techo, cerrando los ojos de vez en cuando y reescribiendo todo lo que pasó, pensando las cosas que no debí haber dicho nunca y esas que volvería a decir. Las borro, las corrijo, las repito una y otra vez. Invento diálogos que no existieron, besos que me hubieran gustado. Besos ajenos asignados a él como único poseedor de todos los de mi vida. Historias nuevas, mejores o iguales, perfectas en su imperfección. Y en ese trance percibo que pasaron horas, tal vez dos, o tres... y el sueño no llega.
Bah, a veces pienso que el sueño no llegará nunca si él vive en mi mente y no en algún país remoto con su padre. Pero el sueño llega, el sueño llega...
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