- ¡Santino! ¡Santino!
En Londres como de costumbre, llovía estrepitosamente y le daba lugar a miles de charcos y paragüas que invadían la ciudad.
Santino se dio vuelta sorprendido de que en su lugar de trabajo alguien lo llamara por su nombre y se llevó una impresión bastante grande al ver que era su jefa quién lo instaba a ir a su lado.
- ¿Qué pasa?
La colombiana lo miró con gesto duro y examinó durante brevísimos segundos su humilde cobertura de un robo en el barrio latino y volvió a observarlo duramente a los ojos, quizás por haber esperado una respuesta más cordial de su parte.
- Necesitamos que cubras la investigación de una noticia de una coterránea suya.
- Sí, está bien...
- Un suicidio o posible asesinato - aclaró ella sin que se turbara ni un ápice el sonido firme de su voz.
A Santino le cambió la expresión del rostro. Jamás había supuesto que a menos de un mes de trabajar en ese diario, siendo sólo un miembro del grupo comandado por Teresa Iribarren lo convocarían a cubrir un asesinato.
- ¿Dijo que era de Argentina?
- Sí, una mujer joven, aparentemente depresiva. A simple vista no parece un caso muy interesante, pero usted sabrá encontrarle el gusto, Porta. Debo irme.
Y sin más se marchó haciendo sonar sutilmente sus zapatos de tacón en las calles e ignorando a todos aquellos que la miraban pasar vestida de traje por entre los negocios del barrio latino.
Inmediatamente, aún sin salir del asombro y sin saber si debía sentirse eufórico o no se dirigió a su compañero asignado, James Handal, un hombre en apariencia no muy inteligente.
- James, ¿puedes hacerte cargo de esto?
- Perdón... - hizo un gesto de confusión y cerró un poco sus ojos vidriosos para darle a entender que no comprendía tal grado de español. Santino suspiró y con calma, haciendo su mejor esfuerzo, repitió.
- Could you take care of this?- "Could you take care...?" no le sonaba, pero aún así no dio señas sobre su poco manejo del inglés a su colega.
- Yeah, of course mate - sonrió ampliamente James, viniendo de él, esa sonrisa podía significar que estaba encantado de hacerse cargo de la nota para demostrar que podía hacerlo solo, o que le daba gracia y lástima el inglés espantoso que manejaba su compañero. De todas maneras, su primer reacción fue darse vuelta y continuar recogiendo datos sobre el hurto, lo que Santino interpretó como que había entendido y acatado el pedido, y se fue sobre los pasos que había andado su jefa en dirección a la redacción. Había algo en todo esto que le intrigaba.
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