Ya dije que las metáforas son peligrosas. El amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética. Milán Kundera
25.12.11
Errante VIII
Santino llegó a la oficina aproximadamente una hora después de aquella extraña charla con su jefa. El día olía a humedad en todas partes pero el viento le causaba un agradable escozor en la nuca.
Londres era un ambiente estimulante para sus sentidos casi siempre dormidos.
Dejó sus cosas silenciosamente sobre la silla de su escritorio y tan sólo miró hacia adelante. Había algo que lo había dejado lacónico, acallado.
Se apoyó tímidamente sobre su escritorio con las manos sobre la cara y cerró los ojos. A veces pensaba que lo que estaba haciendo era estúpido, que cualquiera le hubiera recomendado buscarse la vida de a poco, no ser nunca el mejor. Pero a veces, algunas maravillosas veces, se daba cuenta lo afortunado que estaba siendo.
Un caso policial, sólo para él.
- Santino! Hey, right here!
Una voz a sus espaldas, era Pam, la secretaria de redacción apremiándolo a ir junto a ella. Era una dulce inglesa de veinticinco años y bonito rostro, la taquicardia de muchos allí.
- I'm coming, tell me what's up.
- About your case, if it's so. Here I have the information Teresa gave me as soon as she left the Latin Town. Listen... mmm, a woman, almost thirty, something like an outcast.
- An outcast? - Según lo que podía entender eso era algo así como "descastada". Se imagino una especie de hippie descalza protestando frente al Parlamento. Le pareció extraño.
- Yeah, apparently she used to travel a lot. She'd been in Bristol, Munich, Barcelona. Never stayed for more than a year - Pam miraba alternativamente algunas fotos y las notas de su cuaderno. Lucía muy despreocupada y fresca, sus pómulos se marcaban con delicadeza por sobre su media sonrisa. Era realmente hermosa.
Santino apartó su devota observación y hechó un vistazo hacia las fotos que Pam sostenía en sus manos. Miró a la joven de las fotos. Era muy joven y relucía con un gran entusiasmo.
No entendió porqué, pero aún sin conocerla, no pudo creer que estuviera muerta.
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