12.9.11

Hipérbola



Me arrojaste lentamente al fuego mientras nos soltábamos. Suavemente abriste los brazos, soltaste mis manos y arqueaste las cejas. Con tu lengua hiciste un chasquido y esperaste el impacto.
Estábamos allí sentados, nada alrededor y todo impregnado de ese clima que te gustaba crear, que te gustaba montar para mí. Para deleite de las imaginaciones de muchachas insignificantes que cayeran como tontas a tus brazos; la ternura, la intimidad, la noche cerrada y vos. Sonrisa de côté, lento guiño, alegría infantil.

Con vos,
mis únicos recuerdos eran de noche.

- ¿Lo amabas? - mirabas para ambos lados intentando sonreír, la amargura afloraba tímidamente de tus labios. Era el otro vos, el que también era complicado y le costaba entender. Ese, que me miraba de reojo, inexpresivo y no. Lacónico y frío. Conmigo y solo.

- No, no realmente. Puede ser bueno, pero nunca es suficiente - mis intentos por sonar resuelta y despreocupada tal vez apocaran a los tuyos.

- ¿Y entonces por qué?

- ¿Por qué no? - sonreí y sentí la pálida brisa nocturna acariciarme el pelo. Miré a la luna, miré el negro vacío que tenía enfrente a los dos lados de ese farol casi extinto. Pensé, tal vez, para mis adentros, que te había desarmado.

- Entonces me mentiste, no todo es por amor - estabas probando el impacto de esa frase en mí, brotó de tu alma descontrolada y aguardaste la explosión derrotado y cabizbajo.

Dos pequeños movimientos, te abracé como a un viejo amigo. Me miraste con el rabillo del ojo. Miedo, curiosidad. Te quiero. Te quiero lejos.

- Hay muchas cosas que no sabés - tu cuello era terso y del contacto con mis manos se desprendía adrenalina.

- Puede ser, tengo sueño - con una sonrisa traviesa triste, triste traviesa, te recostaste en ese banco apagado de plaza justo donde tu boca esperaría el ataque.


Tal vez me abrazaste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares