20.11.10

Hipérbola


Y entonces me dejaste pegada a la sombra de tu imagen durante toda la noche, casi madrugada, en que me volviste a mirar así.

No sabía porqué estaba allí, tal vez vos, tal vez el deseo carnal y profundo que tenía de encontrarte en ese antro.
En otras épocas, sin alcohol ni cigarrilo jamás hubiéramos imaginado encontrarnos allí. Yo tampoco lo creía, de hecho.

Te recordaba niño de cara redonda, sin ninguna noche en su haber, chico de río y de cosas simples, tontas.

Y un día no sé que pasó.

Creciste,
te endureciste como una piedra, te volviste inexpresivo y frío.

Y desapareciste para mí.

Cada tanto tu imagen viene a desvelar mis sueños de hace tiempo, cada tanto soy brutalmente despertada por la triste figura del sujeto de la puerta, esclavo de un cigarrillo solitario, triste.

Pero después de todo, siempre quise encontrarte en ese antro en ruinas y que me lleves  a una cama llena de chinches de algún hotel.

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