2.5.13

Remando en el barro

Cuando las palabras llegan son siempre precisas y necesarias. Cuando llegan, antes de irme a dormir, mientras estudio, o en algún efímero momento de entre las horas y horas inertes que paso arriba de un micro larga distancia, surgen como una revelación de luz y calma, de belleza y armonía. Y siempre, así como vinieron, se evaporan. Y todo es tan rápido que al agarrar la hoja y el papel, ya develé el absurdo y su precisión se desmorona, se hace añicos ante la innecesidad que en realidad las gobierna.

Y al final, ya no son lo que quería.

Las palabras se me van en dichos; en monólogos y en diálogos. Se me escapan entre desconocidos y viejos amigos, se entretienen entre la gente como si no quisieran quedarse a solas conmigo,
se ponen en mi boca y me hacen probar lo dulce y lo amargo de su sabor. Y, por sobre todas las cosas, por mucho que intente cambiarlo, se rehúsan a llegar al papel.

Me recuerdan que yo no soy su dueña.

Me recuerdan que vine acá a existir. Me prometen que van a ser tan transitorias como mi cuerpo, que nada las va a deformar, ni a obligar a tener que sufrir el encadenamiento perpetuo de la tinta o de los pixels. Me recuerdan que somos libres. Que somos libres y estamos solas. Que no nos tenemos, ni yo a ellas, ni ellas a mí. Que la vida es otra cosa, pero que aún así duele, porque el dolor es más grande cuando ellas me faltan, y porque un poco extrañan vivir mansamente adormecidas entre mis papeles.

Pero hoy las necesito.

Ellas lo saben, y me miran acongojadas, tal vez les gustaría abrazarme, pero temen que las vuelva a capturar. Saben mejor que yo que si hoy las agarro, podrían ser mías para siempre. Y también saben del gran error humano de intentar explicarse y definirse como si el tiempo pudiera ser congelado, como si todos los ojos fueran uno solo y siempre vieran lo mismo, como si fuera verdad que algo es algo, y por eso no es también lo otro que llaman 'opuesto'.
Me miran y saben que estoy intentando tomarle una instantánea a mis emociones, y por eso me tienen un poco de lástima. Pensaban que ya me había dado cuenta que entre lo visible y lo invisible hay una relación sagrada que toda precisión pervierte.

'Sé más sutil' me dicen.

Más inexacta, más equívoca, más incompleta. Si todo es todo, y nada importa, entonces que nadie se fije si es verdad, que nadie se atreva a juzgar tus sinrazones. Saben, entonces, que quieren bailar sueltas entre haces de luces de dos mundos, y titilar a veces ancladas en una pantalla, pero sin estar completas, ni abandonar la irrealidad. Sólo van a brillar cuando yo sea libre, me dicen, porque un escritor libre nunca las amarra ni les pide explicaciones, porque jamás las llama, sólo se alegra de verlas llegar.

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